“Jamás renunciaré a ser cómo fui, soy y seré. En esencia siempre soy yo y me encanta redescubrir rasgos y actitudes de mi niñez. El paso del tiempo no me quita me da, aprendo de todo y de todos. Perder la capacidad de sorprenderte, de emocionarte, es envejecer”.
La turbación de mis mejillas me
delatan,
¡qué dulce descuido!.
Mariposas revoltosas
revolotean libres por el jardín del
sueño,
atrasando el reloj de los recuerdos.
Poso de una adolescencia consumida
que como una cerilla encendida,
prende las ascuas de una hoguera
adormecida.
Si llega el día
que mi rostro no se sonroje al roce de
tu mirada,
¡estaré muerta!.
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