martes, 18 de febrero de 2014

Corazones de hielo



Mi abuela materna (la única que conocí), me cantaba habaneras, “Tecla se llamaba la mulata que yo camelaba con sal de la misma habanita la pobre Teclita era natural, recuerdo un día que junticos los dos en la Manigua nos juramos amor, también recuerdo que para España embarqué y confieso que fui muy cruel cuando allí la deje…”. Un trocito de ella está en mi, ¡qué suerte tuve pasar mi infancia junto a ella!. Me enseñó que a la vida, hay que ponerle música.



                                                     


Mirada perdida
en el horizonte de una sala.

Cuerpo de cristal,
aparcado en el hueco deformado
de aquel ...
viejo sillón usado.

Un cometa se ha escapado
y ha rozado
el firmamento oscuro de sus ojos,
iluminando el rostro deshojado,
por creer reconocer a ese ser amado
¡tan deseado!.

Rayo de sol
que al entrar por la ventana,
acrecienta la soledad allí alojada.

Callejón sin salida,
encrucijada hacia la nada.

Viejecito desvalido,                                                                                              
los tuyos te han traicionado;
¡tú que los has creado!.

Corazones de hielo
impasibles al dolor de sus ancianos.

¡Por favor!
parad el tren del tiempo
quiero apearme en el andén del sentimiento.




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