“Estuve flotando en él, fuimos uno en horas fugaces”.
El deseo ...
durante
el día
es canción apenas perceptible,
tono desentonado al ritmo frenético
de las horas,
pero al llegar la noche
es sonido nítido y pausado.
Melodía en el silencio ronco,
pentagrama de líneas curvas
la negra, la blanca, la corchea, la
semicorchea ...
notas rodando sobre su piel
suspirando por vibrar al son de una
caricia.
Música al compás de un dos por
cuatro,
afinador de manos anhelantes,
cadencia deshaciendo el lenguaje
entre sus labios,
compositor de fantasías en blanco y negro,
partitura inacabada fugaz como un
sueño de primavera.
El deseo ...
durante la noche
es perfume envolvente e intenso
pero al llegar el día
es fragancia apenas perceptible,
esencia reposando al paso frenético
de las horas.