“La plenitud llegó contigo. Eres el mejor regalo que me ha dado la vida”.
La teta, el tete,
la tata y la tita,
entre las tes se acurrucaba.
La a, la e, la i
y a todas besaba.
Sólo dos sílabas pronunciaba
con ellas reía y lloraba,
se dormía y despertaba,
y con ellas jugaba
al corro de la patata.
La teta ...
la amamantaba.
El tete ...
su confidente.
La tata ...
la acunaba entre sus faldas
susurrándole una nana.
La tita ...
la mimaba.
Con sólo cuatro palabras
se comunicaba
y correteaba por la casa
llenando de carcajadas,
mi soledad callada.
Crecer
Llora niña llora ...
que llorando ahogarás tu pena,
tus lágrimas caudal de agua clara
riegan las flores que recogerás
mañana.
Llora niña llora ...
no te escondas en el cuarto de
invitados,
no cabe la vergüenza en ¡tanta
delicadeza!,
ternura que derrochas entre sollozos y
muecas.
Llora niña llora ...
si dejas que el sueño se enrede entre
tus rizos,
la noche te regalará una estrella
y quedará prendida al brillo de tus
ojos.
Duerme niña duerme
y mañana volverá a lucir el sol en tus
mejillas.
Irene
¡Tu imagen por siempre!,
tu imagen.
Siempre te he sentido,
ya cuando era niña,
sin saberlo te imaginaba.
Cuando te veo cada día
sigo imaginándote,
te imagino en tu adolescencia,
en tu juventud,
en tu madurez,
a través de ti imagino como fui.
Tu presencia frente a mí
es mi reflejo,
eras mi pasado,
eres mi presente,
serás mi futuro.
En tu imperfección
busco mi perfección.
Te di la vida y vida me das;
estaré allí
donde tú quieras que esté.
¡Tu imagen por siempre!,
tu imagen.
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