domingo, 2 de febrero de 2014

Sí, padre





“La vida se enamoró de su hermosura y ella le prometió amor sin tregua”. Gracias por darme la vida y quererme tanto. A mi padre y a mi madre que ya partieron, pero que cada día los revivo en mis recuerdos.





  

                                                                                    
Ya no estás, en este mi tiempo,
ni en las secuencias del reloj
pero sí,
aquí intemporal en mi corazón.

Ya no puedo abrazarte,
ni notar el calor de tu piel
pero sí,
el fluir de tu sangre en mi interior.

Ya no recuerdo el tono de tu voz,
ni el ritmo de tus palabras
pero sí,
esa dulce estela que has dejado a mi alrededor.

Ya no espero rescatarte,
ni  abrazarte, ni escucharte, ni decirte
pero sí,
darte vida mientras viva yo.



Mamaita 


Desando lo andado por ti
hasta encontrar el rastro de tus últimas pisadas,
mis pies desnudos se hunden sobre tus huellas secas;
pero la savia que nutre mi cuerpo reblandece la tierra,
brotes de madreselva con tu esencia
se enredan entre mis piernas
y el oxígeno que derrochan mis pulmones ventila el hueco prestado,
liberando el último verso que quedó templando entre tus labios ajados.

Ya te tengo, ya te siento ...
¡ya me encuentro!.



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