A
mi defensora (palabras de mamá). ¡Qué tranquila trascurrió mi infancia, mi
adolescencia… junto a ti, hermana mayor! (casi gemelas nos separa sólo 15 meses,
pero me gusta sentir esa distancia, así siento que me sigues cuidando). Siempre
a mi lado, sabes más de mí que yo misma. ¡Te adoro!
Ya entonces ...
en mis primeros retazos conscientes
de que la vida fluía por mis venas,
ya estabas tú.
En mis primeros juegos infantiles
sentada en el balcón de nuestra casa,
ya estabas tú.
En mis primeros sueños,
viajes imaginarios al país de las
hadas,
ya estabas tú.
En mis primeras tristezas
refugiada en la melancolía de mi
almohada,
ya estabas tú.
Fuiste la primera estrella
que brilló en mi cielo.
Eres la luz
de mis días en penumbra.
Serás ¡dulce compañera!
mi segunda piel cuando abandone esta
tierra.
Tu sonrisa
Tu sonrisa
mariposa de alas blancas.
En la plenitud de aquel verano
se posó temblorosa en el cielo de tu
boca
y ya, en ese mismo instante,
descubrió que su hábitat pertenecía
al universo de tu rostro hecho de sol
y arena.
Fue creciendo alimentada
en el manantial de tu mirada
y fue limpiándose al paso de tus
tormentas.
Por las noches se reinventaba
soñando a la luz del lunar de tu
barbilla.
Su belleza sobrevoló las barreras del
tiempo
y desde entonces sus alas tersas, sin
arrugas
revolotean libres, graciosas
trazando anillos
en el planeta de tus rizos.
Tu sonrisa
mariposa de alas blancas.
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