Considero
que estoy en deuda con la vida (soy una privilegiada), por ello intento
comprometerme con ella y empatizar con todas las situaciones adversas y sobre todo
con los seres que la sufren. Aunque no pueda hacer mucho… intento comprender (es difícil no estoy en su
piel) y no juzgar.
Aquella noche en el Asai (en aquel antrillo de
alcohol, sexo y rock and roll) me sirvió de inspiración para escribir este
poema.
Miro a mi alrededor y allí estáis,
perdidos en la maleza os ocultáis,
dais la nota discordante a esta falsa
melodía
y color a esta aburrida monocromía.
¿Cómo llamaros? ...
CIUDADANOS DEL MUNDO.
¡Qué expresión tan generosa en boca de
un erudito!
¡Qué expresión tan egoísta en boca de
un ignorante!.
Hipócrita de soluciones,
ladrón de causas justas,
cajón de sastre para los desheredados.
En silencio entre las sombras nos
observáis,
¿qué pensáis? ...
Azote de nuestras conciencias,
vuestras voces acalladas sentencian
con la mirada;
aventureros valientes navegáis
contracorriente
y arrastrando vuestra pena vais
cambiando vuestra suerte.
¡Qué injusta casualidad!
habéis sido amamantados con la leche
agriada del desamparo.
Y yo, alimentada en el derroche de
esta falsa opulencia
¡alzo mi voz y camino a vuestro lado!.
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