martes, 18 de marzo de 2014

Injusta casualidad



Considero que estoy en deuda con la vida (soy una privilegiada), por ello intento comprometerme con ella y empatizar con todas las situaciones adversas y sobre todo con los seres que la sufren. Aunque no pueda hacer mucho…  intento comprender (es difícil no estoy en su piel) y  no juzgar.
 Aquella noche en el Asai (en aquel antrillo de alcohol, sexo y rock and roll) me sirvió de inspiración para escribir este poema. 






Miro a mi alrededor y allí estáis,
perdidos en la maleza os ocultáis,
dais la nota discordante a esta falsa melodía
y color a esta aburrida monocromía.

¿Cómo llamaros? ...
CIUDADANOS DEL MUNDO.

¡Qué expresión tan generosa en boca de un erudito!
¡Qué expresión tan egoísta en boca de un ignorante!.

Hipócrita de soluciones,
ladrón de causas justas,
cajón de sastre para los desheredados.

En silencio entre las sombras nos observáis,
¿qué pensáis? ...

Azote de nuestras conciencias,
vuestras voces acalladas sentencian con la mirada;
aventureros valientes navegáis contracorriente
y arrastrando vuestra pena vais cambiando vuestra suerte.

¡Qué injusta casualidad!                                                                                     
habéis sido amamantados con la leche agriada del desamparo.

Y yo, alimentada en el derroche de esta falsa opulencia
¡alzo mi voz y camino a vuestro lado!.

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