Sólo cuando duerme permanece mínimamente tranquilo. Aunque la arruga
instalada en su entrecejo es un abismo, que da mucho vértigo. Ayer fue un mal día
y antes de ayer y el otro y el otro… ya no recuerda los despertares recién
duchado y perfumado listo para enfrentarse con ilusión a la vida. Son muchas
las concesiones regaladas a cambio de un soplo de oxígeno. Muchas horas consumidas a golpe de
frustraciones, limosnas para sobrevivir, un quita y pon a golpe de un tacón. Él
que se creía útil, con la dignidad y el esfuerzo de dejar huella en este mundo,
de saberse conocedor de su valía, se mira al espejo y no se reconoce, cada vez está
más pequeño, más reducido, a pesar de que en diciembre cumplió 50 años.
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