“Siempre me gustó escribir, de niña hice una
redacción en el cole, trataba de una niña huerfanita (yo siempre tan madre
Teresa de Calcuta), se ve que a la profe le gustó y me regaló un cuento. Luego
llegó la adolescencia, mi primer diario, poemas de amor y desamor, lecturas …
Lo cierto es que me encantaba escribir, (siempre fui una niña ensimismada,
callada y observadora) era algo innato que surgía de mí sin esfuerzo. Hay que decir que ya lo
llevaba en mis venas, mi querida madre (una poetisa que con sólo sus estudios
primarios hacía unos poemas preciosos) y mi tía Concha (me pusieron mi nombre
por ella por algo sería) que de joven frecuentaba círculos literarios de la
época. El proceso de escritura siempre
me ha resultado placentero, aunque a veces se convierte en un tormento que te
atrapa y no te deja en paz. Pero cuando sale el poema esa sensación de
bienestar y satisfacción es muy gratificante. Realmente no concibo la vida sin
poesía, el sufrimiento y la felicidad se unen.”
Páginas vacías ...
me hipnotiza su blancor,
extasiada sorbo el jugo de su licor
agridulce como la pasión.
Páginas vacías ...
sois como palomas de alas desplegadas
persiguiendo mi halo de inspiración.
Páginas vacías ...
mis dedos manosean la tersura de su
piel,
hojas con aroma a resina y sabia,
a madera y miel.
Páginas vacías ...
¡inquietante desnudez!,
flechazo amoroso entre la pluma y el
papel.
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